Desde hace algunos años se
viene hablando mucho de la importancia de la inteligencia emocional y como
debemos cultivarla desde niños, ahora que se tiene la oportunidad de hacerlo,
pero por qué es tan importante contar con esta preciada competencia?.
Un líder que cuente con el
poco desarrollo de su inteligencia emocional puede permanentemente caer en
variables estado de ánimo y muy dependientes del ambiente laboral del que se
encuentre rodeado, dejando a un lado las demás variables como son las
relaciones personales y familiares, que voy a dejar a un lado para dedicarme
solo al tema laboral, y bajo el supuesto que ese líder es capaz de dejar sus
problemas personales en casa.
Hemos oído mucho lo que algunas
personas manifiestan sobre otras cuando se enojan, “pues ahora tiene doble
trabajo, enojarse y luego contentarse de nuevo”, pues bien, es así. El no
proceder adecuadamente a las emociones que constantemente nos vemos bombardeo
los líderes o jefes hace que trabajemos doble y peor aún que disminuya nuestra
productividad en vista del tiempo perdido dándole vueltas al asunto que hay por
resolver.
Cuando tenemos medianamente
desarrollada la inteligencia emocional, somos capaces de tomar decisiones más ágilmente
y más asertivamente. No se trata de no sentir, porque esto hace parte de
nosotros los humanos, se trata de sentir y llevar el sentimiento al plano
cerebral para impedir que sea el sentimiento que nos domina. Para ello debemos
estar muy atentos a cuando esos sentimientos quieran salir a flote e intervenir
con el cerebro inmediatamente.
Suena muy fácil de hacer,
pero esto se logra con mucha práctica hasta que se interiorice con nosotros y
después seamos capaces de hacerlo en la mayoría de las veces.
Pensemos en lo que vemos día
a día, un jefe llega a la empresa de buen genio, saluda amistosamente, y de
repente llega un colaborador y manifiesta una situación por resolver y que
puede ser grave. Si ese jefe reacciona sin pensar, fácilmente dirá algo como: “Apenas
llega uno y son problemas por todos lados, ahora que vamos a hacer?”, con esa
frase ya sentenció lo malo que ira el día de ahí en adelante. Si por el
contrario ese jefe de forma calmada dice algo como “A ver, tenemos que resolver
esa situación, qué crees que podamos hacer?”. Esto último lo puede hacer si
antes que aflorara su sentimiento de frustración y enojo, pensó en cuestión de
milisegundos: “Yo estoy contento, durante mi día lo más posible es que se
presenten muchas situaciones por resolver, esta persona no tiene la culpa y
está haciendo su trabajo, así me enoje, tendremos que encontrar una solución y
yo quiero seguir con la alegría que tengo, luego no valdrá la pena que me enoje
si de todas maneras debo ayudar a resolver el inconveniente”.
Esta última forma de
proceder es usando de una manera eficiente la inteligencia emocional, es decir,
pensando sobre la emoción antes de tener una reacción.
La dificultad en adquirir
esta competencia radica en la forma que reaccionan ante situaciones molestas y
que vemos desde niños a nuestros padres, hermanos, profesores y demás personas
que hacen parte de nuestro entorno familiar y educativo, lo que provoca un
aprendizaje inconsciente y es solo hasta cuando estamos grandes es que
empezamos a ser conscientes de la necesidad de dominar o amaestrar estos
sentimientos que de no hacerlo se puede llegar a convertir en la famosa
intolerancia, que es de lo que sufrimos mucho en esta vida actual y que lleva
hasta situaciones mortales a diario en todo el mundo.
¿Consideras entonces que la
inteligencia emocional te permite un mayor crecimiento personal y aplicado a colaboradores,
compañeros, jefes y clientes, te hace parte de una empresa que TRABAJA CON EXCELENCIA?
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